Escrito por: Denis Humberto Meléndez Aguirre | Secretario Ejecutivo CRGR
La Organización de Naciones Unidas (ONU) con motivo del Día Mundial del Medio Ambiente -5 de junio de 2021- ha llamado a la comunidad internacional, una vez más, para la adopción del Decenio de las Naciones Unidas sobre la Restauración de Ecosistemas (2021-2030). Durante esta oportunidad el centro de la atención es la necesidad urgente de concentrar los esfuerzos en la restauración de los ecosistemas adoptando el lema: Re- imagina, recrea, restaura.
En la actualidad el escenario del medio ambiente es deplorable, ofrece indicios de su estado crìtico. La denominada industria extractiva -parte de un modelo económico nocivo para la humanidad- avanza con paso acelerado hacia la explotación y destrucción de los exosistemas del Planeta Tierra. Por ejemplo, se afirma con justeza que cada tres segundos, el mundo pierde una superficie de bosque equivalente a un campo de fútbol. Durante el último siglo, se ha destruido la mitad de los humedales de todos los ecosistemas. Hasta esta fecha el 50% de los arrecifes de coral ya se han perdido y se estima que para el año 2050, podrían desaparecer hasta el 90%. incluso si la temperatura promedio global se limita a un aumento de 1,5° Celsius con el agravante que èsta ya es superior a los 1.2 grados con relaciòn a la temperatura promedio del año 1992.
Una mirada crítica, pero objetiva, registra que la pérdida de los ecosistemas está impidiendo a la humanidad tener los sumideros de carbono, como los bosques y las turberas, en un momento en que los y las habitantes del Planeta Tierra ya no puede permitírselo. Las emisiones globales de gases de efecto invernadero (GEI) han aumentado durante tres años consecutivos y el planeta está a un paso de un cambio climático global potencialmente catastrófico. Estamos llegando al denominado Punto de No Retorno que implica el arriboa las condiciones para que la temperatura promedio global siga en ascenso, aunque cesaran las emisiones de GEI de las 40 economías más desarrolladas y causantes de las pérdidas y daños: ¡el mal ya está hecho!
La crisis global del clima sigue con su tendencia creciente, pero fuera del foco de la atención mundial, con efectos adversos para una vida saludable y calidad. La crisis sanitaria que enfrenta la humanidad derivada del desarrollo de la pandemia del COVID 19, y los estragos de las cepas emergentes, concentran la preocupación. La comunidad científica afirma que la pérdida de los ecosistemas trae consigo consecuencias severas y peligrosas para la humanidad. Por ejemplo, una reducción del área de hábitat natural para los animales propicia la generación de condiciones que permiten la propagación de los patógenos, se incluye a los coronavirus.
Los escenarios críticos de riesgo que se derivan de la pérdida con tendencia creciente en ecosistemas obligan a la búsqueda urgente y adopción de las acciones que contribuyan al freno de esa labor depredadora. La restauración de los ecosistemas es una contribución para la cura de la naturaleza, es dar un paso hacia la recuperación de millones de hectáreas, aportar a la contención ante el deterioro de la diversidad biológica, mejorar los medios de vida y trabajar a favor de la calidad de vida de los seres humanos y otras especies viva. Estas son algunas razones que en esencia aportan para dedicar energías a la re – imaginación, la recreación, y la restauración.
Es bajo las condiciones anteriormente registradas que llegamos al 5 de junio con un Medio Ambiente en estado crítico, y reservado. El paso arrollador del extractivismo lleva al Planeta Tierra hacia el despeñadero. Urge la adopción de acciones concretas.